La Calificación del Concurso de Acreedores, una Institución Necesaria
Una Institución Necesaria
Martínez Muñoz, Miguel
Las normas de la calificación del concurso cumplen una función de demarcación de carácter necesario entre la libertad de empresa y la protección de los acreedores, constituyendo un sistema de incentivos negativos que vienen a fomentar la observancia de ciertos deberes empresariales de particular trascendencia, todo lo cual beneficia al interés público y coadyuva con el interés privado de los acreedores. A este respecto, el sistema de calificación se construye sobre un triple eje: la cláusula general de culpabilidad, los supuestos de concurso culpable y las presunciones relativas de culpabilidad, teniendo cada una de las diferentes técnicas un alcance particular. El concurso culpable declarado a través de cualquiera de estas vías producirá una serie de efectos personales y patrimoniales sobre las personas afectadas por la calificación y las declaradas cómplices, debiendo coordinarse oportunamente las disposiciones del Derecho Concursal y de Sociedades para crear un Derecho de las Crisis Empresariales en el que se establezcan, entre otros aspectos, un nuevo marco de responsabilidad de los administradores societarios.
Esta monografía constituye el resultado de la actualización de la tesis doctoral con mención internacional que lleva por título La calificación del concurso de acreedores en las sociedades de capital: concurso culpable y responsabilidad concursal, defendida en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE el día 27 de marzo de 2017 ante un Tribunal formado por los profesores Stefania Pacchi, Alberto Díaz Moreno, Juana Pulgar Ezquerra, Antonio Perdices Huetos y Rafael Sebastián Quetglás, quienes le otorgaron la calificación de sobresaliente cum laude por unanimidad. Debo agradecer a todos ellos su dedicación y los oportunos comentarios y sugerencias que tuvieron a bien hacerme, los cuales han enriquecido enormemente el contenido de este trabajo de investigación.
Asimismo, tengo que agradecerle a mi director y maestro, el profesor Abel Veiga Copo, su magisterio y paciencia conmigo en los primeros pasos del camino de la investigación, así como sus enseñanzas, no sólo en el ámbito de la disciplina del Derecho Concursal, sino en mi formación como profesor y persona al servicio de la Universidad. Su guía ha sido y sigue siendo clave en mi singladura universitaria y por ello me unen a él mi admiración, respeto y afecto personal.
Del mismo modo, mi agradecimiento es extensible a la Facultad de Derecho, particularmente en las figuras de los profesores Iñigo Navarro y Javier Alonso Madrigal, y al Área de Derecho Mercantil de la Universidad, que confiaron en mí y me concedieron en 2012 la beca de Formación de Profesorado Universitario que hizo posible la culminación de mis estudios de doctorado. De forma particular agradezco a los profesores Daniel Prades e Inés Fernández su ayuda durante mi etapa de elaboración de la tesis, así como a la profesora Blanca Sáenz de Santa María su constante apoyo y su sincera amistad. También, a la profesora Valentina Gómez Mampaso por su cariño y su apoyo. En mis inicios fueron también importantes los consejos de mis compañeros becarios Pablo Hernández y Pablo Sanz, con quienes he compartido y sigo compartiendo muchos momentos. También he de agradecer la ayuda que en todo momento me ha prestado el personal de Biblioteca y de Administración y Servicios de la Universidad y, como no, el recibido por los profesores Jesse M. Fried y Martin J. Bienenstock durante la estancia predoctoral que realicé en Harvard Law School.
Gracias a Jaime de San Román, mi profesor de Derecho Mercantil durante la carrera, persona con la que inicié mis primeros pasos en Uría Menéndez y hoy un amigo en el que siempre he encontrado apoyo. Igualmente, a Carlos de Cárdenas por su confianza en mí y su ayuda constante, y a mis queridas Marisa Asensio y Marina Ramos, por los buenos momentos pasados juntos. A Virginia Fernández, por su cariño y, de forma muy especial, a don Aurelio Menéndez (), por nuestras conversaciones, su apoyo decidido cuando abandoné el despacho para dedicarme a la Universidad y por su afecto desinteresado.
Por otro lado, en tanto la elaboración de una tesis doctoral exige muchas horas de estudio y reflexión, deviene particularmente necesario el tiempo dedicado al esparcimiento y nada mejor que compartirlo con los amigos. Por ello, agradezco enormemente el apoyo que he tenido siempre de Alfredo Martínez y Javier Martínez, extraordinarios amigos que desde la carrera me siguen acompañando. Igualmente, a Javier Llanos, querido amigo desde mi infancia, y a Marisa Villa y Jorge Gómez de Santiago, por esas escapadas a París en las que siempre he sido acogido con cariño. A Luis Jiménez, por su afecto sincero, y a Lucas Delclaux, Felipe Carbonell y Gabriel López Samanes, primeros alumnos y hoy estupendos amigos de los que aprendo cada día.
Por último, mi más sincero agradecimiento para Luis Lambos y Javier Grimau, amigos con mayúsculas, por el tiempo pasado con ellos y particularmente por el que me han hecho invertir en viajar para despejarme, toda vez que sin ellos me habría vuelto loco durante los veranos, si bien la tesis habría visto la luz mucho tiempo antes.
Finalmente, gracias a toda mi familia y muy especialmente a mis padres, Miguel y Lola, y a mis hermanos, Jaime y Fernando, pues son ellos los que dan sentido a mi vida y la llenan de felicidad a diario. Gracias por vuestro apoyo permanente y por vuestro amor incondicional que hace que quiera esforzarme cada día para ser mejor.