El Escudo de Perseo

celebrar el valor de la cultura literaria del Derecho es no sólo algo beneficioso como hábito recomendable en el acceso al conocimiento jurídico por otra vía, sino un remedio vital cuando la reacción de desconfianza —si no la provocada ineficiencia— hacia el funcionamiento del modelo de Espacio Europeo de Enseñanza Superior ha vigorizado en la mayoría de las Facultades de Derecho de nuestro país, y en muchos de sus programas docentes, los males metafísicos del más rancio formalismo, éste incluso si cabe más brutalizado aún por falta de toda cualquiera otra ambición que rebase la mera exégesis acumulativa y lo apenas sólo deductivo. Ahora la Dogmática no tanto confina el pensamiento a límites ideológicamente seguros e inequívocos, cuanto le resta dinamismo y lo expone a la parálisis. Como jamás antes, la mirada dogmática se ha transformado hoy en una mirada fósil, y también más que nunca en un sentido a cada día más y más puramente paleontológico. Sin embargo, el Derecho actual, no menos que todo aquello persistente a su concepto originario, está muy apartado de allí, en lugar completamente distinto; lejos de los vaciados de vida y la rigidez dogmáticas que han convertido a la enseñanza jurídica en una estatuaria.
Ante la aciaga Gorgona Medusa, de grisáceo rostro en el hexámetro homérico y guardiana de terrible mirada petrificante —castradora al decir de Freud— Derecho y Literatura levanta el antiguo pero aún fulgente escudo que otrora favoreció la suerte del joven Perseo quien, no se olvide, lo había recibido de Atenea, invicta diosa de la Sabiduría, la Cultura y el Arte, y siempre de la Justicia. Derecho y Literatura como pulido escudo de Perseo, como estratagema para observar sin sucumbir a la visión.