Crónicas Universitarias de el Planeta de los Simios
José Ángel Sánchez
Una aparente impostura que intento salvar reconociéndola y dando cuenta de su origen
La universidad es una institución que propicia la creación literaria. Autores pasados, Quevedo y Villarroel, y modernos, David Lodge u Orejudo, experimentaron los frutos agraces y dulces que ofrece este huerto cerrado donde la especia humana, tan común y diversa, da lo mejor y lo peor de sí.
En este libro hay dos voces: la de Marcial, un adocenado conserje que ya cerca de la jubilación y enfermo, narra su vida en una Facultad de Letras. Es la parte denominada Crónicas Universitarias, y cuenta la visión que tiene desde su garita de la conserjería. Profesores excéntricos, como Mancebo; bondadosos catedráticos como don Zenón, un adicto al tabaco y las fíbulas visigodas; o don Cayetano, que llegará a decano desde su antigua profesión de cura. Con ellos conviven huraños choferes, repulidas limpiadoras, o liberados sindicales, dignos aprendices de Maquiavelo.
El otro narrador, en la parte denominada El Planeta de los Simios, es Miguel, un profesor jubilado, que tras correr toda su vida tras una zanahoria de diversos nombres: sexenios, trienios, cátedras, pluses y complementos, visita la Facultad, ya extinta, encontrándola okupada por una fauna y vegetación apocalíptica. Se encontrará que el paso dl tiempo ha dado a lo que fue un espacio de luz, la oscuridad de las distopías.
Si todo sucede primero como tragedia y luego como farsa, en esta Facultad, ambas situaciones se han convertido en indistinguibles. Profesor y conserje han sido las voces y los ecos de un mundo tan pasado como presente donde la literatura se abre así para disfrute de los lectores.