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de VARIOS AUTORES
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«La poes¡a, que ya es de por si esfinge de sonrisa enigm tica, siadem s es tarea de j¢venes se convierte en laberinto cretense o en un«entremos m s adentro en la espesura». Durante milenios los poetas,por lo dem s sujetos homogneos en susceptibilidad, no se han puestojam s de acuerdo en definir o al menos en aclarar, que astro lejano es ese de la poes¡a. Se ha repetido mucho -y yo estoy entre los quesostienen ese aserto- que la poes¡a, como el acn o la ropa de marca,es un fen¢meno de juventud. Ahora, quiz por mis a¤os, me gustar¡amatizar lo que he querido decir siempre: que el poeta antes de lostreinta a¤os debe tener ya, pasado el tiempo de iniciaci¢n, su vozpersonal, su manera de entender y de interpretar el mandato ¢rfico.Las antolog¡as no dan m s que disgustos y los ant¢logos son sufridores natos, para empezar tienen que ir apartando, encajonando, estabulando como si fiera ganado, la grey potica: poetas del sur o del norte, de la postvanguardia o de la experiencia, intimistas o sociales, poetasunidos por la cifra de sus a¤os, los que llamamos, tambin paramarcarlos, generaci¢n o grupo. Y nada m s enojoso que ir malacompa¤ado en la eternidad ef¡mera de una antolog¡a, viajerosinc¢modos en un viaje sin retorno. La poes¡a tiene estas bromas ysonr¡e, ya lo dijimos, leonardescamente.»P. G. B.