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de HERRERA HERRERA, MARIAN
de HERRERA HERRERA, MARIAN
Hay dos entes a los que no puedes evitar: la muerte y los hombres. Enrealidad, basándome en los últimos acontecimientos, creo que sería más fácil evadir a la primera. ¿Sabes cuál es el punto de estudiar en una institución exclusiva paramujeres? No hay chicos que distraigan tu atención. ¿Todo en lo quepienso ahora? Cómo desaparecer a ese imbécil sin levantarsospechas.Pero es tan difícil planear un homicidio cuando el tipo en cuestión es tu profesor. Un profesor de veintitantos cuyo objetivo es hacerme lavida imposible desde que casi lo despiden por mi culpa.En situaciones como estas hay dos opciones viables: lo dejas ganar ytus noches de estudio se van a la basura, o contratacas. Mis amigas yyo conocemos trescientas formas diferentes de hacerte llorar sinrompernos una uña. ¿Cree que dejaré que gane? Él es seductor ypeligroso, sin embargo le demostraré que yo también puedo serlo.
Maximilian Kersey nunca olvidará mi nombre.Mientras yo me voy enamorando del suyo.Cada día lo entiendo un poco más. Probé el cielo con las manos y ahora lo deseo cada segundo en el infierno que estoy pasando.Antes estaba como perdido en la vida, dañándome a mí mismo hasta quela conocí. Me ayudó a vivir, pues yo nunca lo había hecho en realidad. Me envolvió hasta hacerme amarla y necesitarla con cada aliento, como si ella fuera la vida. Se deslizó bajo mi piel tan lentamente comosolo podría hacerlo alguien inocente en el amor. Y luego ella medestruyó, e hizo el trabajo más limpio y certero del universo.Yo no necesito descender hasta el infierno para pagar por mis pecados. Ahora el infierno yace en mí y cada segundo las llamas estánpresentes con su insidiosa tortura, mi crudo tormento.Estoy muriendo. Cada maldito día decido vestirme de negro, de luto por la vida que me ha abandonado. Me reprocho pensar en ella. Se loreprocho a mis latidos cuando se aceleran al imaginar sus labios. Selo reprocho a mi cuerpo que arde con la necesidad de su contacto. Mereprocho haberme enamorado de ella, y luego me vuelvo a reprochar porni siquiera poder pensar en no amarla.Y es que en el momento en que nuestras miradas se cruzaron supe que le pertenecía a ella, aunque no estuviera escrito que así sucediera.
Dicen que hay personas destinadas a estar juntas. Dicen que haypersonas destinadas a destruirse. Yo digo que nuestro destino eraestar juntos, pero ellos nos destruyeron a nosotros.
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