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de CARPINTERO BENÍTEZ, FRANCISCO
de CARPINTERO BENÍTEZ, FRANCISCO
La prostitución no estuvo prohibida ni en Roma ni, por lo general, en los Reinos de las zonas católicas. Durante mil quinientos años, la Iglesia no la reconoció como un oficio más, sino que procedió a la dissimulatio. Pero los juristas y teólogos católicos no se desentendieron de ella como si, simplemente, fuera un mal menor, porque la práctica totalidad de los moralistas católicos establecieron el deber, en conciencia, de pagar a las prostitutas.
Este clima de tolerancia desapareció en varios territorios protestantes, y cuando las exigencias morales de ellos invadieron las regiones católicas el movimiento llamado jansenismo teólogos y juristas dejaron de mencionar siquiera este tema.