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de MINA,JAVIER
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de MINA,JAVIER
De pequeño, el agudo Marcel se veía en la tesitura de pasear por el camino de Guermantes o por el discurría delante de la casa de Swann, aceptaciones que encabezarían sendops libros de la monumental.....
Puede que al comienzo, el paseo fuera cosa de sabios, porque fueron los que, además de practicarlo como el resto de los mortales, levantaron acta del mismo si no lo convirtieron en un arte asociado al pensar.
Corresponde por consiguiente a los sabios de la Antigüedad griega haber hecho filosofía paseando, y a los de la Antigüedad romana mostrarse paseando, es decir, interactuando con el entorno para resultar modificados por él.
Bien es cierto que sobrevino una época oscura donde casi no se podía pasear -la Edad Media- y que desde el s. XVI se empezó a pasear mucho. Tanto, que se fueron dando paseos especializados los de ver y dejarse ver, los de recolectar plantas o minerales?- y no faltaron las maneras de hacerlo poco sabias e incluso tontas, por ejemplo, pavoneándose-, pero todo contribuyó a que el paseo se fuera perfeccionando.
Atravesó una etapa teñida de melancolía con los románticos, para acabar desembocando en un paseante llamado Baudelaire que sentó las bases del paseo moderno porque lo incardinó a la ciudad moderna que nacía bajo sus pies.
Javier Mina, que triunfó en 2013 con Montaigne y la bola del mundo (Berenice), explora en este nuevo ensayo el devenir del paseo en la cultura universal, y al inexcusable rigor y aparato crítico une su ya proverbial amenidad y clarividencia.
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