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de MARTÍNEZ BELTRÁN, JOSÉ MARÍA
de MARTÍNEZ BELTRÁN, JOSÉ MARÍA
Nuestra infancia la mecieron con cuentos. Cuentos para la luz del díay cuentos para enviarnos a la noche. En ellos comenzamos a comprenderel mundo, incluso antes de entender el significado de las palabras.Y desde entonces nos queda el deseo de comunicar algo y la concienciade que no podemos formularlo del todo. Incluso podemos re-contar a los niños aquellos mismos cuentos, y sentir que algo se queda escondido y no se deja atrapar por las palabras. Ahora nos atrevemos a esperar aque el niño crezca para que pueda comprendernos de otra manera, yvemos que el discurso que elaboramos nos lleva, con frecuencia, alfracaso. Es ahora, cuando ya se es capaz de entender todo, cuandovolvemos al cuento.Estos cuentos están escritos para favorecer el encuentro. Al leerlos,uno puede encontrarse consigo mismo, robar del cuento aquello que másle convenga, añadir o quitar esa parte del escenario que mejorrepresenta sus propias alegrías o penas, triunfos o frustraciones.Porque, en los cuentos, la piedra, el niño, el animal o el árbol sonportadores de aquello que la naturaleza les proporciona, pero tambiénde las proyecciones con que nosotros les dotamos.Son cuentos para educar y educarse. O sea, cuentos para sacar de cadauno todo aquello que posee, tanto para educar a otros como paraeducarse a sí mismo.Un libro para soñar y hacer soñar, porque eso es el cuento.