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La lluvia y un hombre bajo ella, y bajo él la tierra, las piedras, las vías del tren que remiten a un pueblo cualquiera, lejos de la ciudad moderna (donde ya casi no llueve, donde ya casi no se camina). El hombre de estos Poemas articulados sin razón aparente, avanza y rememora con nostalgia su niñez, su ciudad y su soledad. Entre plazas, entre vías que llevan a ninguna parte, solo porque un beso no es espera, solo porque la vida no es tristeza, de amigos ya perdidos entre bosques no sembrados. Sólo porque recuerdo mi ciudad, mi niñez, mi soledad.