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de GABRIEL RODRÍGUEZ DE LAS HERAS
de GABRIEL RODRÍGUEZ DE LAS HERAS
Protagonizada por el personaje que da nombre al título, trata, de forma
costumbrista el día a día, muchas veces junto a sus amigos de correrías y
la hermana pequeña, ésta, auténtica pasión de cariño filial del primer
actor. La acción nos perfila el paso del quehacer diario, costumbres de
la comarca, actividades cinegéticas y económicas y el áspero trato entre
la clase rural y el petulante aristócrata terrateniente.
Crispín
Trabuco y sus amigotes dedican su tiempo a la caza y pesca furtiva, a
escapar de la Guardia Civil, a llevarse los mejores venados de las
fincas de la comarca y a beber, comer y visitar los puticlubes.
Nuestro
protagonista es un personaje corajudo, menguado de talla, calvo,
farruco, noble y gañán al mismo tiempo, muy amigo de sus amigos, el cual
reúne más cualidades que defectos. Por agravios que realizó con la
mayor desfachatez y desvergüenza, es odiado por el burdo cabo chusquero
que comanda la casa cuartel y por el fatuo e insigne aristócrata,
rencores que se agravarán hasta echar chispas, levantando más insidias y
envidias, si cabe, al hacerse el menguado personaje con los favores
sexuales de una hembra de bandera miembro del elenco artístico de un
grupo de titiriteros que visita el pueblo, la cual elije a nuestro
héroe, despreciando al hijodalgo. Los enconos se convierten en odios
mutuos cuando la querida hermana menor de Crispín —quince años y escasas
luces— resulta mancillada por el hijo del noble potentado y sus
amigotes, asunto que dimanará en la venganza o desquite, que absorberá
toda la acción final.