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de DULCE MARÍA DÍAZ MENDOZA
de DULCE MARÍA DÍAZ MENDOZA
Más verdad y menos códigos culturales. Adama agradece toda su valentía al país que la vio nacer y nunca renegó de sus raíces. Ignoró todo lo que había que ignorar y de las miradas perversas nunca habló. Luchó por sus dos verdades: sus sueños y la insignificancia de las miradas. Caminó confiando en sus pensamientos y en su verdad; por ello decía que el mundo está a falta de verdad. Quien un día la rechazó, en un futuro no muy lejano, abrazó su amistad.